¡La historia de Luis y Luisito!
En mis primeros años como asesor de seguros, conocí a Luis, un joven de 30 años con una situación estable, casado y con un hijito de 3 años, Luisito. Junto con María, su esposa, trabajaban y sostenían los gastos del hogar.
Cuando tuve la primera entrevista con Luis, me reveló sus dos principales preocupaciones: cómo proteger a María y a Luisito en caso de que le pasara algo y perdiera la vida.
Y además, tenía en claro que Luisito debería tener la posibilidad de contar con los recursos económicos para ir a la universidad, lo que le permitiría abrirse paso en la vida.
Luis había escuchado que existía un Seguro Educacional y me preguntó si yo podía explicarle en qué consistía.
Le dije que el Seguro Educacional aliviaría sus dos preocupaciones y que, por sus características, contaría con una suma asegurada que se le entregaría a Luisito cuando cumpliera 18 años. Además, también tendría un seguro de vida, cuya suma asegurada podría ser igual o mayor a la asignada para Luisito, en caso de que Luis falleciera.
También, en esta clase de seguro pueden contratarse otras dos coberturas: invalidez y muerte accidental.
Así, en caso de que Luis sufriese una invalidez total y permanente que le impidiese realizar su trabajo habitual, recibiría la suma asegurada asignada a esta cobertura. Y, por si fuera poco, el seguro educacional se dejaría de pagar, quedando vigente la suma asegurada para la educación de Luisito, que se le entregaría al cumplir 18 años. Por eso decimos que, con el seguro educacional, “el niño recibe el dinero para su educación universitaria, esté o no esté el papá”.
Con la cobertura de muerte accidental, al fallecer el contratante a causa de un accidente, sus beneficiarios recibirán la suma asegurada por esta cobertura, además de la otra por fallecimiento, la cual, normalmente, es la misma cantidad que por fallecimiento. Por eso se dice que en caso de muerte por accidente se recibe el doble.
Tras una breve deliberación sobre el monto de la suma asegurada para la educación de Luisito, de acuerdo con las alternativas de las diferentes universidades contempladas, y la cantidad que el contratante dispondría para el pago de la prima del seguro, llegamos a los números finales y Luis contrató el seguro educacional para Luisito.
Fueron pasando los años y hubo algunos momentos difíciles para poder pagar la prima. Sin embargo, Luis acudía a mí y juntos encontrábamos la solución para mantener la póliza vigente haciendo algunos esfuerzos. Siempre con la confianza y sabiendo que eso sería de gran ayuda en su momento.
Ya pasaron 15 años y Luisito tiene ahora 18 años.
Hace unos días le llamé a Luis para darle la gran noticia: ¡Vas a recibir la cantidad que habíamos calculado para la educación universitaria de Luisito!
Las primeras palabras de Luis fueron: “Valió la pena el esfuerzo. Muchas gracias por insistirme hace quince años en contratar este seguro”.
El día de la entrega del cheque por parte de la aseguradora, Luisito, a través de una carta que le preparé, agradeció a sus padres el esfuerzo realizado para contar con el dinero para sus estudios universitarios. Se comprometió a rendir al máximo y obtener su título de licenciado en Economía. Sus papás se mostraron muy satisfechos por llegar al final de este proyecto.
Como asesor, la verdad, no hay palabras para expresar la emoción que se siente cuando vemos realizados los objetivos de una familia.
Afortunadamente, la historia de Luis y Luisito es la de muchos asegurados que toman la decisión de invertir en su futuro a través de un seguro.
¿Te gustaría vivir una historia como esta? Te invito a que compartas este breve relato para que más personas vean la importancia de contar con seguros de vida y de gastos médicos, que les ayudarán a tener tranquilidad en sus finanzas personales.
Un abrazo.
