Lo que no ves también importa: asegura tu tranquilidad
Cuando pensamos en la realidad, solemos asumir que lo que vemos, sentimos o recordamos es un reflejo exacto de lo que ocurrió. Sin embargo, la ciencia ha demostrado que esto no es así. Según estudios en neurociencia cognitiva, nuestra percepción del mundo no es una copia fiel de la realidad, sino una interpretación construida por nuestro cerebro. Esta construcción depende de múltiples factores: creencias, experiencias pasadas, estado emocional, foco de atención e, incluso, el contexto social en el que nos desenvolvemos.
No somos cámaras que registran los hechos objetivamente. Mas bien somos como artistas que pintan una versión subjetiva de la escena, eligiendo colores, formas y detalles en función de nuestro estado interno. Incluso quienes se consideran poseedores de una memoria excepcional siguen reconstruyendo los recuerdos cada vez que los evocan, añadiendo o eliminando elementos de forma inconsciente.
¿Qué implica esto en nuestra vida diaria?
Implica que dos personas pueden vivir exactamente el mismo evento —por ejemplo, un accidente de coche— y recordarlo de maneras muy diferentes. Mientras que para uno puede ser un incidente leve y sin importancia, el otro puede vivirlo como un momento altamente traumático. Ninguno de los dos miente: simplemente están interpretando desde su propia construcción mental.
Ahora bien, ¿cómo se relaciona esto con los seguros?
Cuando evaluamos si contratar o no un seguro, o qué tipo de cobertura elegir, también estamos sujetos a esta percepción subjetiva de la realidad. Muchas personas, debido a sus creencias o experiencias pasadas, minimizan los riesgos: «Eso no me va a pasar a mí», «Nunca he tenido un accidente», «Yo soy muy sano, no necesito seguro médico». Desde su interpretación de la realidad, los peligros parecen lejanos, casi irreales.
Otras personas, en cambio, pueden sobreestimar los riesgos debido a una experiencia traumática cercana o a un estado emocional de ansiedad: «Seguro me va a pasar algo», «¿Y si mañana me enfermo gravemente?», «¿Y si me roban la casa?». Estas emociones también alteran la manera en que perciben la necesidad de protección.
Ninguna de las dos visiones es, estrictamente, «verdadera» o «falsa». Ambas son construcciones mentales que tiñen nuestra capacidad de tomar decisiones objetivas.
Tomar decisiones más inteligentes: el papel del seguro
La función de los seguros es, justamente, objetivar el riesgo: protegernos no desde el miedo ni desde el exceso de confianza, sino desde un análisis racional de probabilidades y consecuencias. Los seguros nos ayudan a equilibrar nuestra percepción subjetiva con una solución concreta que actúa independientemente de cómo veamos la realidad en un momento dado.
Al contratar un seguro de vida, de gastos médicos, de hogar o de auto, estamos aceptando que no podemos prever todo, ni controlar todas las variables, por más positiva o segura que sea nuestra visión del mundo. También estamos aceptando que nuestro estado emocional de hoy no garantiza que mañana no vivamos una situación diferente.
Comprender que nuestra mente construye la realidad nos invita a ser más humildes y precavidos. Nos enseña que no siempre vemos todos los riesgos, ni evaluamos correctamente las consecuencias. En este contexto, los seguros son aliados que nos permiten proteger nuestro bienestar y el de nuestras familias, más allá de lo que creemos que podría pasar.
En un mundo donde la realidad es en gran medida subjetiva, contar con un seguro es una manera inteligente y responsable de reconocer nuestras limitaciones como seres humanos y actuar en favor de nuestra seguridad y tranquilidad futura.
Con más de 18 años de experiencia como asesor de seguros, sé que la percepción de los riesgos varía mucho de persona a persona, independientemente de que ya se cuente o no con un seguro. Si este tema te resulta útil, también puedes compartirlo con familiares y amigos, para que estén mejor informados. Estoy a su disposición para orientarles y ayudarles a encontrar la mejor protección, de acuerdo con sus necesidades reales.
