¡Mi esposa no quiere que contrate un seguro de vida!
Hoy quiero platicarte una de mis experiencias como asesor de seguros.
Tenía poco tiempo de iniciado en este trabajo y me recomendaron a Octavio, un joven de 30 años, casado y con una nena de tres años.
Octavio tenía un trabajo estable como contador de una empresa. Tras la entrevista con él y luego de analizar sus necesidades y su capacidad económica, determinamos en ese momento que le convenía un Seguro de vida vitalicio para pagar en tan solo 10 años.
Como casi siempre sucede, Octavio mostró mucho interés en su protección y, según él, estaba convencido de que ese seguro era el que necesitaba. Y aquí vino el “pero”.
Me dijo: “Sí lo quiero, es muy importante para mí, pero lo contrataré en cuanto termine de pagar mi auto, en seis meses”. Tras hacerle ver que los riesgos son impredecibles y que precisamente por eso que hay que contar con la protección del seguro de vida —ya que no sabemos en qué momento puede pasarnos algo y dejamos desprotegidos a nuestra esposa, hijos o personas que dependan de nosotros—, concluyó: “Déjame comentarlo con mi esposa y te aviso”.
Pasaron unos días y nos volvimos a reunir. “Platiqué con mi esposa”, me dijo, “y ella no está convencida del seguro de vida. Dice que mejor dediquemos ese dinero a los gastos de la casa y de nuestra hijita”. “No sé qué hacer. Definitivamente me interesa estar asegurado, ya revisé mis cuentas y pienso que sí lo puedo pagar, aunque sea con un pequeño esfuerzo, pero el comentario de mi esposa me confunde”.
Tras una breve conversación donde analizamos los pros y los contras de contar con su seguro de vida, aceptó la propuesta. Su comentario fue: “Definitivamente lo voy a contratar. En primer lugar, por el amor que les tengo a mi esposa Leonor y a mi hijita Rocío. Si algo me llegase a pasar, quisiera que ellas tuviesen dinero mientras se adaptan a mi ausencia. En segundo lugar, he visto lo que sucedió con un primo y un amigo que fallecieron y sus familias anduvieron pidiendo prestado para el sepelio, pues no tenían ni para eso”.
Pasó el tiempo. Veía a Octavio de vez en cuando y me decía que le estaba yendo muy bien, que ya el seguro no era una carga y que se sentía tranquilo de estar protegido.
En una ocasión, recibí una llamada de Octavio. Atravesaba por un momento económicamente complicado y quería cancelar su seguro. Le pedí que nos reuniéramos para ayudarlo a encontrar una solución y continuar con la protección.
Así fue. Tuvimos una conversación y después de ver las posibles alternativas, decidió continuar con su seguro haciendo algunos ajustes en sus gastos, utilizando parte de su fondo para emergencias que le había sugerido tener y cambiando la forma de pago de anual a trimestral. Es muy importante mantener el seguro; desafortunadamente, la mayoría de las personas, ante un problema económico, lo primero que hacen es cancelarlo, en lugar de anular algún tipo de gasto.
Al paso del tiempo, mi relación profesional con Octavio y con Leonor se convirtió en una amistad. Vi crecer a Rocío. Eran una bonita familia.
Hace unas semanas, Leonor se comunica conmigo. Me cuenta, llorando, que Octavio sufrió un accidente y falleció. Además de la tristeza por la pérdida de su esposo, estaba preocupada porque la mayor parte de los ingresos de la familia provenían del trabajo de Octavio.
Cuando la fui a ver, le comenté que la entendía, sabía del dolor que estaba sintiendo y que la acompañaba en su pérdida. Y le dije: “¿Qué crees?: Octavio contrató un seguro de vida, para protegerles a ti y a Rocío”.
“Recuerdo que cuando se lo ofreciste, me lo comentó y le dije que no lo comprara, que no creía en los seguros y que mejor dedicáramos ese dinero a otras cosas. Cuán arrepentida me siento de ello, pero ahora le agradezco a Octavio no haberme hecho caso”, me contestó.
Así fue, le dije, “Octavio me contó que no estabas de acuerdo en comprarlo, pero tras analizarlo y pensando en el gran amor que les tenía, decidió contratarlo. Y es así como ahora recibirás una cantidad de dinero del seguro, que te ayudará en estos momentos, mientras asimilas y te adaptas a su pérdida”.
“¡Bendito sea Dios! Gracias a Octavio que siempre pensó y se preocupó por nosotras”, exclamó Leonor.
Historias como esta, sólo que, sin contar con un seguro de vida, ocurren todos los días, aunque por el número de habitantes en el planeta, no las tenemos con familiares o amigos cercanos frecuentemente. Muchas familias, al faltar el esposo, se encuentran en grandes dificultades. Sin embargo, aun sabiendo que esto puede suceder, pensamos que eso nunca nos va a pasar a nosotros y por ello rechazamos tener un seguro de vida.
El seguro de vida es una de las mejores inversiones que podemos hacer en la vida.
Si ya cuentas con uno, te ofrezco que revisemos tu póliza para saber qué plan tienes, si sigue cubriendo tus necesidades, si tus beneficiarios están actualizados o si es necesario modificar algo. En el caso de que no tengas seguro de vida, podemos ver cuál necesitas y en qué condiciones, para que te sientas tranquilo y protejas a tus seres queridos.
En ambos casos la asesoría es totalmente gratuita.
Quedo en espera de tu llamada, mensaje o correo.
Saludos.
