La charla del café

En México, la salud puede ser un tema delicado… y caro. Muchos pensamos que mientras seamos jóvenes o “nos sintamos bien”, no necesitamos un seguro de gastos médicos. Pero la realidad es que las emergencias no avisan y, cuando llegan, lo hacen con todo: dolor físico, preocupación emocional y un golpe fuerte al bolsillo.
En este cuento corto, conocerás la historia de dos amigos cuarentones que enfrentaron una situación médica similar… pero con consecuencias económicas muy diferentes. La conversación que tienen tras recuperarse nos deja una lección muy clara.
Javier y Marcos eran amigos desde la universidad. Aunque sus caminos profesionales se habían separado —uno era contador y el otro arquitecto— mantenían la costumbre de verse cada dos meses para desayunar juntos. Aquel sábado, el encuentro tenía un tono distinto. Ambos habían vivido semanas intensas.
—¿Supiste lo mío? —preguntó Javier, después del primer sorbo de café.
—Algo me contó tu esposa. ¿Fue cierto que te operaron de la vesícula?
—Sí, amigo. Fue de emergencia. Empecé con un dolor tremendo en la madrugada y terminé en el hospital esa misma mañana. Me operaron y estuve internado cuatro días.
—No me digas… A mí me pasó algo similar. Colitis isquémica. También terminé en urgencias, operación, cinco días hospitalizado.
Se miraron en silencio unos segundos, como compartiendo sin palabras la angustia reciente.
—¿Y cómo te fue con todo eso? —preguntó Javier, interesado.
Marcos resopló, con frustración.
—No tengo seguro. La cuenta llegó a casi 500 mil pesos. Saqué dinero de mis ahorros, pedí prestado… y todavía debo una parte. Me trataron bien, pero el estrés por el dinero fue peor que la enfermedad. Cada día internado era como ver caer billetes al piso.
—Caray… lo siento mucho. Yo, por suerte, sí tengo seguro. Me cubrió prácticamente todo. Solo pagué el deducible y el coaseguro. En total, unos 42 mil pesos.
—Pues sí que hay diferencia. ¿Y cómo le haces para pagarlo? Yo lo he visto y, la verdad,… se me hace carísimo.
—No te voy a mentir, sí ha subido mucho. Yo pago cerca de 100 mil pesos al año, por mi esposa y por mi. Y cada renovación duele un poco. Pero después de lo que viví, te digo algo: prefiero hacer espacio en mi presupuesto que endeudarme hasta el cuello.
Marcos se quedó callado, procesando.
—Es que sí es un dineral —dijo—, pero lo que pagaste tú no se compara con lo que yo solté. Y todavía me falta…
—Exacto. El seguro es caro, sí, pero enfermarse sin seguro… eso sí que sale carísimo.
—Tienes razón. Yo pensaba: “mejor ahorro y lo uso si lo necesito”. Pero cuando lo necesitas, lo que tienes ahorrado no alcanza.
—Así es. El seguro no se compra para usarlo mañana. Se compra para que, si pasa algo, no te tumbe ni la salud ni las finanzas.
Marcos asintió lentamente.
—¿Crees que aún puedo contratar uno? Aunque ya me pasó esto…
—Sí. Probablemente te excluyan este problema, pero puedes estar cubierto para todo lo demás. Lo importante es no quedarte sin protección otra vez.
—Ya aprendí. Mejor pagar un poco al mes que tener que vender hasta el auto si me enfermo otra vez. Pásame los datos de tu agente. Esta semana lo contacto.
Y así, entre risas y otro café, Marcos entendió algo muy simple: el seguro puede parecer caro, pero no tenerlo… cuesta mucho más.
La historia de Javier y Marcos no es un caso aislado. Todos conocemos a alguien —o hemos sido esa persona— que ha enfrentado una enfermedad sin estar preparado económicamente. Y aunque un seguro de gastos médicos puede parecer un gasto difícil de asumir, la verdad es que es una inversión en tranquilidad, dignidad y protección para ti y tu familia.
La salud es frágil, pero tus finanzas no tienen por qué romperse cuando algo inesperado sucede. Contratar un seguro no es pensar en lo peor… es simplemente actuar con responsabilidad y anticipación.
Si este cuento te hizo reflexionar, no lo dejes solo en una buena lectura. Si aún no tienes tu seguro de gastos médicos, acércate a mi, para analizar lo que más te conviene. Y si ya tienes tu seguro, recomiéndame con aquellos que no lo tienen, para que no les pase lo que a Marcos.
Nos leemos en el próximo.